Los derivados son instrumentos financieros que derivan su valor o precio de otro activo financiero, llamado activo subyacente. Estos activos subyacentes pueden ser acciones, bonos, materias primas, monedas o índices financieros, entre otros.
Imagina que tienes un contrato que toma su valor de una acción específica de una empresa, por ejemplo, Apple. Este contrato no es la acción en sí misma, pero su valor se mueve de acuerdo con el precio de las acciones de Apple en el mercado. Si el precio de las acciones de Apple sube, el valor del contrato derivado también subiría, y si el precio de las acciones baja, el valor del contrato derivado también disminuiría.
Utilidad
Los derivados se utilizan para gestionar riesgos financieros, especular sobre movimientos futuros de precios y obtener exposición a diferentes activos sin poseerlos físicamente. Algunos tipos comunes de derivados incluyen opciones, futuros, swaps y contratos por diferencia (CFD).
Por ejemplo, las opciones son contratos que otorgan el derecho (pero no la obligación) de comprar o vender un activo a un precio acordado en una fecha específica. Los futuros son contratos que obligan a comprar o vender un activo a un precio determinado en el futuro. Los swaps son acuerdos donde dos partes intercambian flujos de efectivo o activos financieros, y los CFD permiten especular sobre los movimientos de precios de los activos subyacentes sin poseerlos realmente.
Los derivados son herramientas importantes en los mercados financieros, pero también pueden ser complejos y conllevan riesgos debido a su naturaleza de apalancamiento, lo que significa que pueden amplificar las ganancias, pero también las pérdidas.